miércoles

La bella Durmiente.

Vino preguntando si a su amigo conocía
y marchó al ver la negativa a la cuestión.
Sabía que volvería.
Y volvió.
Con los labios en rouge me dijo: "me va a pegar"
y yo le dije que ni de coña, que no.
Pero qué le vas a hacer, es tía, e insistió.

Me cogió y me dijo "vamos".
Y fui como cualquiera.
Un príncipe y su princesa.
Un indie y su Pocahontas, John Smith y señora.
Un polo abrochado y un escote por bandera.
Una lluvia de mil demonios y, de altura, uno sesenta.

Enciende la luz, dice.
Y la encendió. La apagó
y volvió. No paraba,
pero paró cuando no debía.
No debió. Antes, me dijo "baja",
y se durmió. No estaba
como debía estar ni yo
donde debía. Pero lo parecía.
Encantada. Y la dejé
tapada donde estaba.
Donde debía. Y marché.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Demasiado frío para tan ausente compañía

Demasiados sueños quedaron bajo estas sábanas de esparto, que rozan, pican, queman, enrojecen y recuerdan todo lo que hice, todo lo que he dejado de hacer y todo lo que he soñado.