martes

Una señorita llamada...

Una señorita llamada ... me tocó el otro día.
Con sus manos heladas, como esa noche.
...
Una señorita llamada ... me besó el otro día.
Con sus labios rojos, como su vestido.
...
Una señorita llamada ... me miró el otro día.
Con sus ojos, con esos ojos encantadoramente borrachos.
...
Pero qué le vas a hacer, sólo me habla de su hermana.
De la que sí sé el nombre.

Vanessa.
Y su flash.

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Demasiado frío para tan ausente compañía

Demasiados sueños quedaron bajo estas sábanas de esparto, que rozan, pican, queman, enrojecen y recuerdan todo lo que hice, todo lo que he dejado de hacer y todo lo que he soñado.